El modelo cubano, por su
parte, ha sufrido algunas modificaciones a lo largo de 50 años, aunque en
sentido general conservaba hasta hoy muchos de los principios fundamentales
adoptados desde 1968. La “actualización” en marcha supone potenciales cambios
sustantivos, que abren las puertas al replanteamiento del camino cubano al
socialismo.
Teniendo en cuenta la lógica
conceptual inició mi análisis por el peso de las diferentes Formas de Propiedad
que coexisten en nuestro sistema económico-social.
La propiedad es el principal
aspecto que marca las diferencias sistémicas. La construcción paulatina y
consciente de la nueva sociedad requiere un proceso que implica la coexistencia
de diferentes formas de propiedad. Más allá del postulado de la supremacía de
las formas más sociales como garante de la conservación del sistema, existen
determinados grados de libertad en el peso relativo que cada una desempeña durante
la coexistencia.
La eliminación casi total de
la propiedad privada sobre los medios de producción, o su incorporación de
manera plena como un componente estratégico en el funcionamiento de la economía
socialista, constituyen las nociones extremas que han protagonizado los debates
históricos.
Ahora bien, ¿cuáles son las formas de
propiedad posibles? Aunque no exenta de discusión, está bastante difundida la
idea de que se puede desdoblar el ejercicio de la propiedad sobre los medios de
producción en un par de planos fundamentales:
a) la apropiación sobre los
excedentes productivos y
b) el control efectivo sobre
las decisiones dentro de la empresa.
Atendiendo a quién es el
sujeto jurídico de la apropiación se pueden clasificar en cuatro las formas de
propiedad:
En primer lugar está aquel
patrimonio que pertenece a la sociedad en su conjunto, independientemente de
cuál sea la vía para que la sociedad haga efectivo ese poder patrimonial. En
este caso se encuentran todas las denominadas empresas estatales cuyo dueño
legal – como sujeto formal de apropiación de los excedentes – es el agregado
social, el cual puede estar representado por un círculo mayor o menor de
individuos según fórmulas más o menos participativas.
En segundo lugar se hallan
aquellas figuras productivas que denominamos formas colectivas, cuya propiedad
es ejercida por un grupo de individuos generalmente en igualdad de condiciones,
que al combinar la condición de trabajadores y propietarios, unos miembros no
se apropian del trabajo de otros. En este grupo se incluyen las llamadas
cooperativas.
En una tercera
clasificación, que pudiera designarse propiedad privada individual, aparecen
aquellas formas de producción mercantil simple con un origen precapitalista, en
las cuales un mismo individuo o núcleo familiar es el dueño de los medios de
producción y a la vez de su fuerza de trabajo. En este caso clasifican aquellos
trabajadores que se apropian directamente de todo el valor de su trabajo a la
vez que no contratan trabajo ajeno.
Justamente la expropiación
de un determinado plusvalor generado por el trabajo de otro constituye el
elemento esencial que caracteriza la cuarta y última forma de propiedad: la
propiedad privada capitalista. Técnicamente siempre que un individuo – o grupo –
poseedor de los medios de producción contrate fuerza de trabajo ajena y se
apropie de parte del valor creado, se puede afirmar que existen relaciones de
explotación y que estamos en presencia de propiedad privada capitalista, por
pequeña que sea la propiedad y por leve que sea la expropiación.
El modelo económico
socialista cubano, desde la primera mitad de la década del 1960, evolucionó
hacia un estrechamiento de la heterogeneidad socioeconómica con la supresión
abrupta de la presencia de capital privado en la economía, así como de la
pequeña producción mercantil.
Según se publica en los
Anuarios de la
Oficina Nacional de Estadísticas, la ampliación cuantitativa
del sector estatal se extendió a lo largo de tres décadas llegando a su punto
culminante en 1989 cuando empleaba cerca del 95% del total de trabajadores de
la nación, aunque sectores clave como la banca, el comercio exterior y el
comercio mayorista ya eran completamente propiedad estatal desde 1963.
La experiencia histórica de
abrir espacios significativos a la propiedad privada en busca de desarrollar
las fuerzas productivas ha transcurrido bajo dos enfoques:
a) como una concepción
estratégica, tal cual ha sido implementada en el modelo de la China posterior a Mao;
b) como una concepción táctica,
que corresponde a la interpretación realizada por el Che de la Nueva Política
Económica leninista.
Cuando se habla en términos
generales de la propiedad sobre los “medios de producción” se hace referencia
no solo al llamado sector productivo (empresas productoras de bienes o
servicios), sino también al sector comercial (cadenas de tiendas mayoristas y
minoristas, del comercio exterior e interior), así como al sector financiero
(bancos comerciales)
Según declaraciones de las autoridades,
una mayor participación en la economía de las formas menos sociales de
propiedad es sin duda uno de los principios por los que apuesta el nuevo
modelo.
Desde los noventa, como
resultado de las transformaciones del período, se presentaron en franca
coexistencia las diferentes formas de propiedad privada con la predominante
estatal, y en menor medida con la cooperativa. Durante esta etapa la fuerza de
trabajo empleada en entidades estatales y mixtas se redujo acercándose en 2009 a un 84% del total.
En este mismo año el sector
privado empleaba poco menos del 12%, mientras solo un 4.6% era absorbido por el
sector cooperativo.
Adicionalmente es preciso
señalar que el sector privado nacional ha tomado auge incluso más allá de lo
que puede capturar el Sistema Nacional de Estadísticas. Las cifras indicativas
del empleo en este sector pudieran presentar un sesgo relevante, en tanto
consideran solamente aquellos trabajadores por cuenta propia oficializados y
regulados por el Ministerio de Trabajo y por otros organismos de la Administración Central
del Estado.
Según el propio Anuario que
publica la Oficina Nacional
de Estadística (ONE) en 2009, casi un 25% de la población en edad laboral – que
significa 1 682 200 personas – no estaba empleada ni buscando empleo. Si a esto
le restamos la matrícula universitaria para ese curso que asciende a 606 863
estudiantes, obtenemos que al menos 1 070 000 personas con edad de trabajar no
tenían vínculo laboral, no se hallaban buscando empleo y tampoco estaban
matriculados en la educación superior en el año 2009.
Teniendo en cuenta que hasta
ese momento el mercado laboral por cuenta propia presentaba fuertes barreras
institucionales a la entrada, y que la contratación de fuerza de trabajo por
privados nacionales estaba proscrita – excepto para sectores muy específicos
como en la producción del tabaco, entre otros – existen razones para suponer
que una parte no despreciable de ese millón de personas estuviera empleado en
el sector privado en condiciones no observables, ya sea como trabajador
individual, asalariado o pequeño propietario.
Por lo tanto, el principal
mérito indiscutible de la reformulación de la propiedad en el nuevo modelo
radica en el esfuerzo por atemperar las regulaciones vigentes a las condiciones
objetivas de la reproducción.
La expansión que experimenta
el empleo privado constituye no más que un adecuado diagnóstico de la realidad
social corriente. De lo que se trata no es de avanzar hacia lo privado porque
es supuestamente más eficiente, sino de ajustar el modelo a las circunstancias
reales de las fuerzas productivas, en este particular momento del tránsito
cubano al socialismo.
El ejercicio del trabajo por
cuenta propia en Cuba, luego de su expansión en los años noventas, estuvo
legalmente restringido a la modalidad de propiedad privada individual. Sin
embargo, la tendencia natural de prosperar desde esta forma mercantil simple,
en ausencia de un marco regulatorio que incentive las vías cooperativas como
mecanismo de expansión, es desarrollarse a otras entidades con capacidad para
ofrecer servicios financieros. Es importante tener esto en cuenta puesto que
son sectores que estratégicamente requieren un tratamiento específico en la
arquitectura del modelo.
Aunque desde 1992 la Constitución
reconocía la posibilidad de formas de propiedad 100% privada esta se autorizaba
solo excepcionalmente a capitales extranjeros. Las cifras referidas al empleo
en el sector privado comprenden los trabajadores por cuenta propia registrados,
así como los empleados de privados capitalistas agrícolas.
El sector cooperativo existe
únicamente en la agricultura. Los datos responden a cálculos del autor sobre la
base de las publicaciones de la Oficina Nacional de Estadísticas. A partir de
incrementar la cantidad de fuerza de trabajo contratada sistemáticamente, y de
la expropiación de una parte del valor producido por ella. Con esto se
convierten, técnicamente, en propiedad privada capitalista.
La reciente autorización a
la contratación de fuerza de trabajo y, con ello, el reconocimiento oficial
explícito de la existencia de parcelas de propiedad privada capitalista – al
menos a escala de la microempresa – constituye una de las transformaciones
conceptuales más trascendentes en los últimos 50 años.
Esta nueva realidad, que presenta
inconsistencias con la Carta Magna
urgidas de corregirse, demanda altas dosis de cautela en su implementación así
como una más profunda dilucidación teórica.
Ante la inminente
proliferación de agentes económicos cuya función de optimización no es otra que
la maximización de beneficios, y en torno a los cuales se genera un complejo
entramado de relaciones predominantemente mercantiles que se reproducen de
manera exponencial, se impone un rediseño del Estado como actor regulador y
garante de los objetivos sistémicos de la reproducción.
El asunto de la necesaria
regulación sobre la acumulación potencial de riquezas en manos de determinados
sectores, debe afrontarse no solo empleando los instrumentos del sistema
tributario, sino a través de la promoción de determinados consumos – servicios
de ocio, bienes duraderos, etc. – que permitan extraer y redistribuir parte de
lo acumulado y tratando de que no representen en sí mismos concentración de
medios de producción.
También parecería lógico que
el objetivo de evitar la concentración de capital, resultante natural de la
expansión del sector privado, se intente conducir a través de fórmulas
cooperativas utilizando incentivos fiscales y de otro tipo.
Sin embargo, esta idea de
promover formas de propiedad colectiva en actividades no agrícolas, por inédita
para los cubanos, parece requerir un tiempo mayor de maduración hasta definir
sus derroteros de aplicación. Téngase en cuenta que en Cuba prácticamente no ha
existido una tradición de cooperativismo, y dada la experiencia de las últimas
cinco décadas no se vislumbra como una solución clara en el imaginario popular.
Finalmente, como
consecuencia de una mayor presencia de formas no estatales y dadas las
condiciones de partida, se puede esperar, por un lado, un mayor aprovechamiento
de capacidades productivas, un mejor contexto para la generación de iniciativas
y por tanto un crecimiento económico en condiciones de mayor eficiencia.
Mientras por otro, se
produciría un avance relativo de una clase social de naturaleza intrínsecamente
antisistémica, y se incrementan las relaciones de intercambio mercantil
marcadas por el interés material, lo cual tiende a impactar negativamente sobre
las relaciones socialistas de reproducción, incluso aunque no las comprometa en
lo inmediato.
La apuesta por un rol más
protagónico del sector privado buscando dinamizar a corto plazo el desempeño
económico, entraña profundos riesgos de restauración capitalista en un
horizonte temporal mediano.
Sin embargo, la persistencia
de un modelo con una centralización hiperbolizada que ignora las condiciones
objetivas de la reproducción, también entraña un considerable riesgo de
reversión sistémica, quizás más peligroso por resultar menos evidente.
La Constitución cubana en su Artículo 14 establece que “En la República de Cuba rige
el sistema de economía basado en la propiedad socialista de todo el pueblo
sobre los medios fundamentales de producción y en la supresión de la explotación
del hombre por el hombre.
Con plena conciencia y manejo
de los riesgos que esto entraña para la conformación del sistema social de
aspiraciones que se va articulando en el imaginario de cada individuo, la dirección
del país viene implementando paulatinamente los lineamientos de la política económica
y social de la revolución y el partido, que tiene como fin la actualización del
modelo económico cubano.
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