Para el modelo cubano
constituye un error común asociar la planificación con la administración
directa de los recursos escasos que operativamente tiene lugar en nuestro
sistema económico. Esta lógica sugiere que habrá más planificación mientras más
recursos se encuentren sujetos a la regulación directiva central, generalmente
propensa a emplear métodos administrativos.
En la actualidad el Plan de la Economía Nacional
pretende abarcar de manera directiva casi la totalidad de la actividad
económica del país. La elaboración de los planes transita por un mecanismo
tergiversado que convierte en un campo de batalla el proceso económico más
importante del sistema.
En este las autoridades de
las empresas y organismos – empleando los más disímiles ardides – compiten por
obtener la mayor cantidad posible de recursos de los niveles superiores,
amparados en la legitimidad de la defensa de los intereses sociales por los
cuales responden.
La práctica histórica ha
implantado un proceder a través del cual las unidades de base informan
capacidades subestimadas y necesidades sobrestimadas, mientras los niveles
centrales asignan recursos por debajo de lo solicitado y exigen metas
superiores a las planificadas por la base.
Los principales argumentos
para la discusión provienen básicamente del desempeño durante el año anterior,
el cual se exige sea perennemente superado y con un menor empleo de recursos.
Cada parte es consciente de la filosofía de la otra con lo cual el proceso se
convierte en realidad en un acto de negociación, cuyo resultado final es
determinado centralmente de forma administrativa.
Por otra parte, se
introducen severas distorsiones con la coexistencia desarticulada – en
ocasiones caótica – de formas de medición y gestión económica basadas en
magnitudes físicas, con análisis basados en magnitudes financieras, cuyo origen
se encuentra en el diseño funcional de las instituciones, así como en la idea
subyacente en torno al concepto de planificación.
Por ejemplo, mientras al
Ministerio de Finanzas se le atribuye la soberanía sobre la elaboración,
ejecución y siguiendo por estos derroteros, el control del presupuesto en cup,
se encarga al Ministerio de Economía de los recursos materiales y las divisas,
a través de la asignación de los cuc y del manejo discrecional de la capacidad
de estos para la compra de divisas externas.
Como consecuencia, el
funcionamiento físico de la economía presenta inconsistencias con su dimensión
financiera, debido al elevado nivel de intervenciones administrativas.
La disfuncionalidad que se presenta en la base
y el rechazo a los temas relacionados
con “el plan y el presupuesto” suceden – entre otras causas – por
incoherencias conceptuales como esta que anulan el carácter científico de la
planificación, obstaculizan su verdadera comprensión y por lo tanto obstruyen
su desarrollo como proceso consciente.
El primero de los
Lineamientos del VI Congreso del PCC plantea que en el nuevo modelo económico
“el sistema de planificación socialista continuará siendo la vía principal para
la dirección de la economía nacional, y debe transformarse en sus aspectos
metodológicos, organizativos y de control, (…) tendrá en cuenta el mercado
influyendo sobre el mismo y considerando sus características”.
Ahora bien, ¿qué implica
para el sistema de planificación continuar siendo la vía principal y a la vez
transformarse? Conservar la centralidad de la planificación aceptando la
presencia creciente de formas descentralizadas implica un profundo cambio
tecnológico en la concepción y práctica de la planificación a todos los
niveles.
Sin embargo, ¿quiénes
dominan hoy la tecnología de la planificación? Por lo general las personas
dedicadas a la práctica de la planificación a lo largo del país cuentan – como
acervo principal – con una experiencia personal de trabajo en esta esfera
durante varias décadas.
Por lo tanto, respecto a los
métodos y concepciones actualmente empleados estos especialistas corren el
riesgo de padecer el fenómeno de la “familiaridad acrítica”, teniendo en cuenta
que en los últimos veinte años no ha existido en Cuba un desarrollo desde la
academia dedicado a la investigación sobre esta temática.
En la práctica actual, como
interpretación de la exhortación por la máxima dirección del país al incremento
de la efectividad de la planificación, lo que está ocurriendo es una expansión
insostenible del balance físico de productos dentro de la dinámica de
elaboración del “plan”.
Esto constituye una severa
inconsistencia, dado el carácter financiero de la inserción externa de la
economía cubana – y no material como en el otrora Consejo de Ayuda Mutua
Económica de las décadas del setenta y ochenta – y dada la precariedad de los
dispositivos de planificación en todas las entidades e instituciones a lo largo
del país.
Esto sin contar el problema general de la
determinación de los precios – ya sea la formación de los precios para el
sector centralizado o la regulación indirecta de los precios del sector
descentralizado – lo que constituye uno de los más graves problemas de la
conducción de la economía cubana actual, y aún no recibe toda la atención que
requiere ni siquiera en los medios académicos.
Son contados los autores
cubanos con alguna producción científica sobre planificación posterior a la
década del noventa. En este sentido, además de las propias aportaciones de
algunos funcionarios del MEP, se han realizado esfuerzos desde el Instituto
Nacional de Investigaciones Económicas y el Centro de Estudios de Economía y Planificación
ambos adscriptos a este ministerio.
En los planes de estudio de
las carreras de Economía en las universidades cubanas, la disciplina de
Planificación estuvo virtualmente ausente durante las dos décadas precedentes.
Solo recientemente, en el año 2008, se creó en la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana un Departamento
Docente de Planificación con el fin de recuperar y desarrollar creativamente
estos contenidos.
Por ejemplo, para una Unidad
Presupuestada como la
Universidad de La
Habana, el proceso de elaboración del Plan 2012 exigió
demandar al Ministerio de Economía y Planificación, sin contar materiales de
construcción para las inversiones, las cantidades físicas exactas de más de 500
renglones, so pena de no disponer el próximo año de los recursos que no se
demandaran. resultar completamente
contraproducentes si se les pretende aplicar a la totalidad de la economía de
un país, la cual responde a determinadas regularidades económicas inobjetables.
Debido a lo anterior, uno de
los principales retos que debe enfrentar el nuevo modelo de funcionamiento
económico cubano – o mejor, el nuevo socialismo cubano – radica en el desarrollo
de unas sólidas bases científicas para la planificación.
Bajo las condiciones
actuales y previsibles de la economía cubana, deberían orquestarse algunas
transformaciones en la forma de regular los procesos productivos:
En primer lugar, tendría que
imponerse resueltamente una planificación de tipo financiero. Los balances
materiales deben reducirse solamente a aquellos renglones limitados desde el
punto de vista de la oferta física, e incorporarse a la ecuación global como
restricciones de capacidad. Luego, el marco regulatorio tiene que garantizar
que los resultados financieros de las entidades se correspondan con los
resultados del sector real.
Por otro lado, el incremento
de la autonomía empresarial es esencialmente contradictorio con el predominio
de la regulación a través de directivas verticales. Aspectos de este tipo,
entre otros, hicieron fracasar los intentos descentralizadores de finales de la
década del setenta, limitaron el desempeño de las cooperativas agrícolas
impulsadas en los noventa, y truncaron las potencialidades del
perfeccionamiento empresarial.
Se impone, entonces, el
fortalecimiento del papel de los incentivos en las tareas económicas,
sustituyendo la discrecionalidad administrativa por un sistema estable de
reglas que responda a principios económicos.
En lo adelante, tanto las
actividades que se despliegan con fuerza desde formas no estatales, como el
empresariado estatal que se desempeñe con mayores facultades, solo podrán ser
conducidas a partir de un mayor uso de la regulación indirecta a través de
políticas macro y microeconómicas.
Otro gran reto está asociado
a la necesidad de una nueva organización institucional con capacidad real de
responder a las nuevas circunstancias y objetivos. En coherencia con la noción
de una planificación más abarcadora y con alcance social, deberían replantearse
las funciones oficiales del Ministerio de Economía y Planificación, dejándole
solamente aquellas relacionadas con la administración operativa de los
recursos.
Por otro lado podría crearse
una institución que se ocupe del diseño de la sociedad a largo plazo, de velar
por la coherencia de las políticas dictadas desde los diferentes ministerios en
relación con los objetivos definidos, involucrando orgánica y sistemáticamente
el concurso de los mejores especialistas, investigadores y académicos de todas
las ciencias que impactan sobre la sociedad.
El propósito fundamental es
crear un órgano multidisciplinario capaz de proponer un enfoque integrador de la Planificación.
Por ejemplo si las
restricciones para la oferta de energía eléctrica vienen dadas por la elevación
de los precios del combustible y no por la capacidad de generación instalada,
entonces su proceso de asignación debería limitarse a través de indicadores
financieros y no materiales.
Si a una entidad en lugar de
asignarle de forma subsidiada una cantidad límite de kws a consumir, se le
asigna un monto en CUC y se le cobra la electricidad a un precio que incluya
los costos reales del país, entonces se podría producir tanta electricidad como
estuvieran dispuestas a pagar las entidades a cambio de la reducción de otro
tipo de erogaciones.
Para evitar repetir los
errores del periodo 1975-1985, durante la implantación del Sistema de Dirección
y Planificación de la
Economía, se debe lograr, por ejemplo, que una empresa
constructora perciba ingresos solamente una vez entregada la obra concluida y
que todos sus gastos de operación -incluidos los salarios- los cubra con
capital de trabajo o con crédito bancario.
En experiencias
internacionales como Suráfrica o Vietnam este tipo de instituciones han sido
diseñadas bajo el patronímico de Comisión Nacional de Planificación. estrecho
marco de la economía y la asuma como vía para la conducción de la sociedad en
su conjunto. Esta institución pudiera subordinarse a la Asamblea Nacional
adoptando un rango similar al de la Contraloría General
de la República.
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