Voy a venir por mi cuenta, no voy a esperar a que
ustedes me agiten aquí, para invertir solo unos minutos, y espero que ustedes
me excusen.
Queridos amigos de distintos países que nos han
visitado en gesto noble de aliento;
Queridos compatriotas:
¿No se oye, verdad?
Bueno, qué se va a hacer (EXCLAMACIONES), esto no tiene remedio. Ya tengo un poco de experiencia de cómo son
estos actos en lugares como este; hay personas que están todavía por este lado
a un kilómetro y medio de aquí, y enfrente casi a un kilómetro. El lugar no es el perfecto para un acto, la
multitud es, realmente, extraordinaria, y comprendo que así no resulta fácil
comunicarse con la gente, ni es lo que estaba planeado, era otra cosa. Por eso dije que venía a hacer una breve reflexión,
porque este acto en sí mismo es un verdadero milagro. ¡Milagro...
! Bueno, los creyentes dirán que
vino del cielo; los que tienen otra filosofía dirán que es un milagro del
patriotismo y del espíritu revolucionario del pueblo (APLAUSOS). Nosotros respetamos, absolutamente, como principio
sagrado, todas las creencias; pero, en realidad, parecía imposible que este
acto tuviera lugar hoy, y les digo que en muchos años de Revolución nunca vi
más incierta la situación con relación a una marcha y a una concentración.
Yo organicé mi plan de incorporarme aproximadamente
a un kilómetro y 700 metros de aquí, en el Parque "Maceo", que fue un
lugar simbólico de los acontecimientos de hace un año. Pensaba incorporarme ahí, pero cuando venía
por el camino vi un aguacero tal ... No
aguacero: una tempestad, un diluvio tal,
que, realmente, no concebía como posible que se pudiera mantener y organizar la
marcha. Digo: ¿Qué harán los compañeros? Dije:
Bueno, saldrán seguro. Estaba
seguro de eso. A la hora en punto, a
las 4:00, los que están allá, estoy seguro de que saldrán (APLAUSOS).
Veía las calles del municipio Plaza, donde empezaba
la marcha, convertidas en verdaderos ríos, un aguacero tal que no se podía ver
nada, y dije: Bueno, si llegan 10, es ya
una victoria (APLAUSOS). Han llegado en
esta marcha, mi cálculo, sin exageración y quedándome corto --Viky dirá que no,
que son más--, por lo menos medio millón de personas (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES), en esas condiciones físicas inconcebibles.
Yo habría estado aquí entre los 10. Claro que ni siquiera tengo el mérito de
haber recibido mi cuota de agua, porque cuando llegué al Parque
"Maceo" había escampado; sin embargo, había gente que llevaba rato
allí haciendo hileras, ayudando a organizar, y estaban mojadas, y algunas
temblando de frío, porque realmente se empaparon. Y no fue un aguacero, fueron dos, intensos,
¡bien intensos! Entonces, bueno, me
quedé sin mi cuota de agua. ¿Qué mérito
tengo yo hoy en esta marcha?
¡Ninguno! (APLAUSOS Y
EXCLAMACIONES.) Lo que he tenido es el privilegio de disfrutar un
acontecimiento de esta naturaleza, que nos hace sentir, realmente, orgullosos
de nuestro pueblo; orgullosos de la Revolución y de su obra en la conciencia de
los hombres y mujeres de este país; orgullosos de nuestra juventud, por ser capaces
de organizar tan brillantes eventos (APLAUSOS). Son muchas cosas; tengo, realmente, muchos
motivos para sentirme satisfecho.
Viky decía, entre otras cosas, que estábamos aquí
hoy porque yo había estado aquel 5 de agosto.
Yo vine entonces porque tenía que venir, era mi más elemental deber
estar junto al pueblo, en un momento en que el enemigo había trabajado mucho
tiempo para crear un desorden. ¡Un
desorden! No se puede decir que aquello
fue siquiera un intento de rebelión, fueron en realidad desórdenes. Esos desórdenes se crearon alrededor de
grupos que se movilizaban para robar embarcaciones con las cuales
trasladarse a Estados Unidos, donde eran recibidos como héroes.
Pero estaban realizando una actividad
desestabilizadora, realmente. Ya casi no
se podía ir a Regla, porque salía uno con un cuchillo, con una pistola, se
robaba la lanchita de Regla, o un barco chiquito, mediano y hasta grande,
cualquier cosa se robaban, porque mientras mayor fuera el escándalo, mejor para
la propaganda contra Cuba, y allá, bueno, unos recibimientos extraordinarios;
tenían privilegios que no tenía ningún ciudadano del mundo, con fines
desestabilizadores, en medio de una situación económica difícil, en medio de
grandes sacrificios por parte de nuestra población. Y fueron esos grupos los que empezaron a
crear desórdenes.
Pero siguiendo nuestra filosofía de que aquí el
pueblo es revolucionario y está y estará con la Revolución en cualquier
circunstancia (APLAUSOS), no nos íbamos a dejar provocar. ¿Qué querían el enemigo externo y sus aliados
internos, aunque constituyan una reducida minoría? Querían provocar un
enfrentamiento sangriento, querían que usáramos las armas. Y armas tenemos,
armas tenemos para millones de personas, que son las que defienden la Revolución;
pero tenemos armas para luchar contra los enemigos externos.
Excepto que desembarquen aquí, excepto que se
empleen las armas internamente contra los revolucionarios, nosotros no tenemos
por qué emplear las armas, teniendo el pueblo y teniendo las masas para
mantener la estabilidad de la Revolución (APLAUSOS). Ese era mi papel, contribuir a que no se
dejara nadie provocar, y preferíamos que dispararan contra nosotros a usar
primero las armas. Y, realmente, se
logró algo que no tiene precedentes: en
cuestión de minutos el pueblo entero se lanzó a la calle y estableció el
orden. Su sola presencia masiva y su
espíritu establecieron el orden, sin usar las armas en absoluto. ¿En qué lugar del mundo ocurre eso?
El que ve televisión --y todo el mundo ve
televisión-- observa lo que ocurre en todas partes del mundo: en la Europa civilizada, desarrollada; en
Estados Unidos, en los países más ricos, constantemente se ven multitudes de policías
disparando con perdigones, lanzando gases lacrimógenos, golpeando, pateando a
la gente en el suelo --eso aparece todos los días en la televisión en numerosos
países--, y muertos, tantos muertos, tantos heridos, tantos arrestados. Es cosa habitual, el pan nuestro de cada
día.
Eso no ocurre en Cuba. ¡Ah!, pero si en Cuba hay el menor intento de
desorden, ¡cuánta propaganda, cuántas habladurías por todas partes!, ya se
creían que se derrumbaba la Revolución.
Hace años dijimos que esta Revolución no se derrumba
(APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: “¡Esto no
se cae!"). Hace años utilizamos
una imagen, que esta Revolución no se desmerengaba, porque estaba hecha con
acero y no se había batido con clara de huevo --es decir, no era merengue
(RISAS Y APLAUSOS)--; y se mantiene sobre la base del apoyo del pueblo, del
consenso del pueblo, de la conciencia que tiene el pueblo de lo que fue este
país y de lo que no puede volver a ser jamás.
No importa que tengan criterios, o protesten por todas las cosas que con
razón protestan, o incluso por algunas en que protesten porque no tienen toda
la información y se trate de un pueblo de carácter muy rebelde.
Este es el pueblo más noble que pueda concebirse,
sacrificado, abnegado, valiente. Es un
pueblo que luchó muy duro por su independencia hasta alcanzarla, que luchó muy
duro por la justicia; que, afortunadamente, adquirió con la Revolución un nivel
de cultura que está por encima de la inmensa mayoría de los países del
mundo. Tiene un nivel de instrucción
elevado y hay menos analfabetos, por ejemplo, que los que hay en Estados
Unidos, analfabetos totales o analfabetos que llaman funcionales (RISAS Y
APLAUSOS).
Tiene muchas cualidades este país, ha aprendido y
piensa; este país está escribiendo una de las páginas más gloriosas que se han
escrito nunca: cuando el campo
socialista se derrumbó completo, cuando la URSS desapareció y mucha gente en el
mundo creía que a la Revolución Cubana le quedaban días o como máximo semanas,
han pasado ya cinco años y aquí está:
¡Vean con qué fuerza! (APLAUSOS.)
Se recordará también mucho este 5 de agosto de 1995,
porque este acto se ha organizado en condiciones que eran inconcebibles. A mí
me dolía pensar en el esfuerzo que había hecho la juventud organizando este
acto durante tantos días, y que en el preciso momento en que se iniciaba se
presentaran aquellas circunstancias naturales, que creo que en cualquier parte
habrían disuelto cualquier multitud, y no ocurrió así.
Por eso digo que este día, este 5 de agosto de 1995,
será también histórico, y todos los años tendremos el deber de recordar la gran
victoria del 5 de agosto de 1994 en que el pueblo aplastó la contrarrevolución
sin disparar un tiro, porque dice mucho esta fecha, enseña mucho y alienta
mucho, puesto que no es un pueblo que esté ahora en las condiciones que estaba
hace 10 años, en que había abundancia de muchas cosas, tantas que, incluso, las
despilfarrábamos: combustible, recursos,
de todo, que ese es uno de los inconvenientes de la abundancia. Ahora tenemos menos de la mitad de lo que
teníamos, ahora nos vemos obligados a pruebas más duras, más complejas; pero de
esta prueba, sin duda, saldremos más fuertes (APLAUSOS). Esas son las ventajas de las dificultades.
Tengo la convicción aquí, ante este espectáculo, de
que ninguno de nosotros olvidaremos nunca lo que estamos viendo hoy.
Yo he tenido el privilegio de ver muchas
concentraciones, actos, pruebas de todas clases en la guerra y en la paz, el
heroísmo de la guerra y el heroísmo de la paz; pero digo así, sin que me quede
nada por dentro, a pesar de que sé los problemas que tenemos, a pesar de que
sabemos que siempre hay quienes no cuentan con toda la presencia de espíritu
necesario en condiciones como estas, que pienso que este pueblo tiene hoy más
mérito que nunca, más conciencia que nunca y más heroísmo que nunca (APLAUSOS).
Tal vez algunos pensaron que iban a tomar las fotos
de una hilera de ciudadanos marchando por el malecón y que aquí se iban a
reunir 100 personas empapadas, chorreando agua por todas partes, y que podrían
decir: "iVean cómo está la
Revolución Cubana!" No iban a hablar del aguacero, ni de la tempestad, ni
del diluvio; iban a decir que nadie quiso venir al acto del 5 de agosto y que
solo vinieron 100 personas.
¡Qué respuesta extraordinaria! Nos sentimos en el deber, realmente, de
darles las gracias a nuestro pueblo y al pueblo de nuestra capital
(APLAUSOS). Es en la capital,
precisamente, donde tenemos más dificultades por los problemas de vivienda, de
agua, de transporte, de electricidad, de muchas cosas, es aquí, ¡y vean cómo se
comporta el pueblo de la capital!
Ustedes que están ahí abajo, los visitantes de 65
países, no pueden estar aquí arriba para ver lo que estamos viendo nosotros;
nos alegramos de que nos hayan podido acompañar en este glorioso día
(APLAUSOS).
De verdad que no tengo palabras para expresarles
nuestra gratitud por el apoyo que nos han brindado, por este hermoso festival
juvenil Cuba Vive. No tengo palabras para agradecer el hecho de que ustedes, en
estos tiempos tan difíciles, nos hayan acompañado, y es digno de destacar el
hecho de que precisamente haya entre ustedes 262 representantes del pueblo
norteamericano, porque eso nos habla también de las cualidades y de las
virtudes del pueblo norteamericano (APLAUSOS), que se opone al injusto y
criminal bloqueo que se aplica contra Cuba, bloqueo como el que nunca se hizo
contra ningún país en rigor y que lleva ya más de 35 años.
Eso no lo hicieron contra el apartheid; eso no lo
hicieron contra gobiernos en América Latina, que desaparecieron a 2 000, a 10
000 ó hasta a 30 000 ciudadanos, cuyos restos no se saben dónde están; eso no
lo hicieron contra aquellos gobiernos que desaparecieron a más de 100 000
ciudadanos en un pequeño país, como el de Guatemala, (EXCLAMACIONES). Lo hacen
contra Cuba, donde no se conoce un escuadrón de la muerte, un desaparecido, un
asesinado en las calles por motivos políticos; un país --se lo digo con toda la
energía que nos da la verdad-- en el que nunca se ha torturado a un ciudadano
(APLAUSOS). Y me pregunto en qué otros
países se puede decir lo mismo.
Todos los días matan niños, incluso, o prostituyen
adolescentes y hasta niños en todo el ámbito de muchos países de la región, es
una realidad; todos los días hay gente que se toma la justicia por su propia
mano, todos los días hay violencia, drogas y problemas que no hay en Cuba; sin
embargo, somos el único país bloqueado del mundo.
Es por ello que tenemos que reaccionar con gran
sentido del honor y la dignidad, con gran sentido del patriotismo, con la disposición
a tener toda la paciencia que sea necesaria y a esperar todo el tiempo que sea
necesario. No podemos hacernos
ilusiones cuando elementos extremistas hoy están dictando la política en
Estados Unidos y queriendo barrer toda medida de beneficio social para el
pueblo norteamericano.
No puede descartarse que en un futuro, incluso, esas
fuerzas extremistas, con el empleo de todos sus recursos, que son abundantes,
puedan obtener todo el poder en Estados Unidos, y puedan tener el pleno dominio
cuatro años más, ocho años más, doce años más.
Si esos elementos extremistas triunfan y logran el control, no solo del
Senado, sino del gobierno, significará para nosotros nuevos períodos de
peligro, de riesgo, de bloqueos, y es por eso que no constituye una exageración
decir que si hay que luchar 100 años más, lucharemos 100 años más (APLAUSOS).
Nuestro país ha luchado más de 100 años por su
independencia, bastante más de 100 años, frente a los intentos de anexarnos,
tragarnos, devorarnos; no podemos abandonar jamás esa lucha, ¡y no la
abandonaremos! El tiempo no importa, en
esto tenemos que llenarnos de más paciencia que los chinos; en esto tenemos que
actuar, digamos, con la sabiduría de un pueblo milenario. Y estoy seguro de que ni esta generación ni
las que vengan detrás --es decir, ni los jóvenes de hoy ni los jóvenes de
mañana--, renunciarán a esa gloriosa lucha no solo por la independencia y la
libertad, sino también por la igualdad y por la justicia (APLAUSOS). ¡No renunciará jamás nuestro pueblo a esas
aspiraciones!
No exageramos ni dramatizamos cuando decimos que
estamos dispuestos a luchar el tiempo que sea necesario. Sí debemos hacer las cosas cada vez mejor y
estamos obligados a hacerlas cada vez mejor, a ser más eficientes, a ser más
consagrados a nuestras obligaciones, a nuestros deberes, a nuestro querido y
heroico pueblo; sacar todas las lecciones de estos tiempos difíciles.
Me contaba Viky algunas de las impresiones de
ustedes los visitantes cuando veían, por ejemplo, el Centro de Computación, o
escuelas de rehabilitación, o escuelas para minusválidos, o los círculos
infantiles, o el médico de la familia, o los hospitales, el esfuerzo que este
país hace para mantener todo eso y cómo a pesar de haber perdido el 70% de las
importaciones no se ha cerrado una sola escuela, ni un solo hospital, ni hay un
niño sin asistencia médica, o un niño sin maestro (APLAUSOS).
¿Qué excusa pueden encontrar o pueden esgrimir
aquellos que manejan cuantiosos recursos, miles y miles de millones, y no han
podido resolver uno solo de estos problemas?
El capitalismo no ha podido resolver uno solo de estos problemas
(APLAUSOS). Hay países que tienen no se
sabe cuánto petróleo, cuántos recursos minerales, cuántas reservas en los
bancos, y no pueden exhibir ninguna de estas cosas que nuestro pueblo, en
período especial y bloqueado, puede exhibir.
¿Qué no podríamos hacer el día que cese el bloqueo,
el día en que nos dejen en paz?
Lucharemos por ese día y esperaremos ese día, y la confianza de ustedes
no será defraudada, el cariño y el aliento de ustedes no serán inútiles, la
semilla que ustedes siembran en nuestros corazones no se perderá jamás.
Seguiremos contando con ustedes y con los millones y
millones de personas como ustedes que hay, afortunadamente, en todo el mundo
(APLAUSOS); seguiremos contando con ese apoyo en todas partes.
Volverán un día los jóvenes de todo el mundo a
reunirse y si no se reúnen por ahí, o si no aparece ningún país, de la forma en
que se organizó este festival, se puede organizar uno mundial; no hace falta
dinero, lo que hace falta es vergüenza, generosidad, buena voluntad (APLAUSOS),
como la de esas familias que los recibieron a ustedes, como la de esos barrios
que los recibieron y los saludaron a ustedes en todas partes; no hacen falta
millones y se puede organizar como se organizó este, en que cada cual hizo su
esfuerzo y se pagó su pasaje.
Después de esta experiencia, si no tienen
continuación los festivales mundiales, en esta Cuba, en período especial y
bloqueada, tenemos suficiente generosidad, sentido común y capacidad de
organización para llevar a cabo un evento de esa naturaleza (APLAUSOS). No es
que lo estemos proponiendo; me contaban que iba a ser en Sudáfrica, pero que no
pudo ser.
Estos festivales no gustan a los reaccionarios, no
gustan a los extremistas de derecha, no gustan a los hegemonistas, y por eso no
se preocupa mucha gente de que haya festivales juveniles.
Pero qué evento tan hermoso este, cuánta experiencia
nos deja: el método, el estilo, las
reuniones en las provincias. Cuba todavía es mayor y un festival puede
llegar hasta Baracoa, Santiago de Cuba, Holguín, a todas partes, con ciclón o
sin ciclón, porque un ciclón rondó el Festival Juvenil, pero se portó bien,
pasó por el norte. No es que
justifiquemos que pasara por la Florida, mejor hubiera doblado antes y se
hubiera ido para el Atlántico; pero, bueno, a nosotros nos dejó el agua y a
ustedes también, porque creo que los recibieron con agua y hoy se mojaron. De modo que posiblemente regresen a sus
países más crecidos, igual que nuestra caña que está creciendo ahora con el
agua y el calor (RISAS Y APLAUSOS).
Muchas gracias, muchísimas gracias, queridos
invitados (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Fidel, Fidel!"). ¡Cuba Vive y vivirá mientras haya hombres y mujeres
como ustedes en el mundo, mientras haya un pueblo tan heroico como el nuestro,
capaz de defender ese derecho a la vida!
(APLAUSOS.)
Cómo me gustó una vez más esa consigna que tan
bellamente pronunció aquí Viky:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION)
Ahora les damos la palabra a los compañeros
artistas, de los cuales casi nos olvidamos, para que de su magnífico arte pueda
disfrutar todo nuestro país, los que están aquí y los que están en sus casas.
Un discurso no se puede escuchar mucho más allá de
media hora, pero una buena música, un buen arte se puede disfrutar toda una
tarde y toda una noche.
Gracias (APLAUSOS).
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