La
historia de la organización juvenil comunista se ha tejido con el esfuerzo y
entrega cotidiana de muchos cubanos nacidos en estos últimos 50 años
Inocencia del C. Rodríguez Rodríguez*
La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) tiene su más cercano
antecedente histórico en la
Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), organización juvenil
que nació entre finales de 1959 y principios de 1960.
La AJR se organizó, junto con las patrullas juveniles y los
Grumetes, para encauzar la vida de miles de muchachos y muchachas sin porvenir,
hijos de la pobreza, el desempleo y de la lucha constante por sobrevivir,
resultantes de una sociedad clasista y subdesarrollada.
En su primera
etapa, la AJR
llegó a agrupar a más de 20 000 muchachos y muchachas que asumieron hermosas
tareas como la organización de las Brigadas Juveniles de Trabajo
Revolucionario, en la
Sierra Maestra, que dieron lugar al surgimiento de los Cinco
Picos, y la creación del Centro Educacional de Industria y Artesanía Clodomira
Acosta.
El 21 de octubre
de 1960 se celebró la
Primera Plenaria Nacional de la AJR, y allí se aprobó la
integración de todas las organizaciones juveniles que apoyaban el programa de la Revolución,
convirtiéndose así la AJR
en una fuerza aglutinadora de la juventud revolucionaria. En la clausura de la
magna cita nació el lema: Estudio, trabajo, fusil.
Los jóvenes
rebeldes de entonces se incorporaron a las escuelas militares de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias, se sumaron a los batallones milicianos en la limpia
del Escambray y Playa Girón, y cumplieron el compromiso de llevar a los llanos
y montañas de la Patria
la luz de la enseñanza, conformando el Ejército de Alfabetizadores Conrado
Benítez y fortaleciendo las brigadas Patria o Muerte.
Declarado el
carácter socialista de la
Revolución Cubana, la
AJR abrazó la ideología marxista leninista, y del 31 de marzo
al 4 de abril de 1962 celebró su Primer Congreso; allí se reafirmó su nueva
condición ideológica y, a propuesta de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro,
se aprobó el nombre de Unión de Jóvenes Comunistas.
Restructuración y construcción
La nueva
organización juvenil tuvo ante sí un primer reto histórico: organizar a la
vanguardia de la juventud cubana. Para ello desarrolló, entre 1963 y 1964, un
profundo proceso de restructuración y construcción de sus filas en todo el
país, donde se impuso la necesaria ejemplaridad del militante.
La UJC impulsó el trabajo de la Unión de Estudiantes
Secundarios (UES) en la
Enseñanza Media, protagonista de las movilizaciones para
recoger café en las zonas montañosas de la antigua provincia de Oriente; apoyó la Revolución Técnica
que tuvo lugar en el país, creó las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ); atendió
políticamente a los miles de jóvenes que integraron el Plan de Becas de la Revolución y asumió
para sí la apremiante batalla cultural por alcanzar el 6to. grado.
En 1964, se
aprueba la Ley
del Servicio Militar Obligatorio y con ello se abre un nuevo frente y se agrega
otro deber para los jóvenes cubanos: prepararse para la defensa de la Patria desde las filas de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Apoyo imprescindible (1966-1972)
El impulso al
desarrollo económico del país impuso nuevos retos a la juventud. Estos años se
caracterizaron por el impresionante número de movilizaciones para la
agricultura y la construcción.
Son de estos
tiempos la tarea de reconstruir la entonces llamada Isla de Pinos, después de
los devastadores daños que ocasionó el ciclón Alma, en 1966; y el surgimiento
de las Columnas Juveniles Agropecuarias y de la Construcción Ormani
Arenado, entre 1966 y 1967, como respuesta a la carencia de fuerza de trabajo
en distintas partes del país.
En esos años
también se inscribe la organización y posterior desarrollo de la histórica
Columna Juvenil del Centenario (CJC), que naciera el 3 de agosto de 1968 en
Camagüey y se extendiera por otras provincias hasta llegar a tener más de 100
000 miembros.
Utilizando otras
variantes, como los Seguidores de Camilo y Che, la formación de batallones de
voluntarios o las grandes campañas de emulación, la UJC estimuló también la
actividad de miles de jóvenes incorporados a las zafras azucareras, a la
construcción de presas y caminos, a la repoblación forestal y al cultivo de
frutos menores.
El 8 de octubre
de 1968, a
propuesta del Buró Nacional de la
UJC, se aprobó agregar al símbolo de la organización la
esfinge del Che.
En la educación (1972-1977)
Al concluir el II
Congreso de la UJC,
en abril de 1972, la tarea más importante fue el apoyo a la revolución
educacional que tenía lugar en el país. Nació así el Destacamento Pedagógico
Manuel Ascunce Domenech, que reunió desde el primer momento a miles de jóvenes.
La UJC apoyó el propósito de vincular el estudio y el
trabajo como principio de la educación cubana, e impulsó la construcción de un
importante número de escuelas secundarias básicas en el campo, a través de los
Seguidores de Camilo y Che, y se fortaleció el Plan la Escuela al Campo, que
venía desarrollándose desde 1965.
Estos fueron los
años también de la participación de Cuba en las guerras de Angola y Etiopía,
donde nuestros jóvenes mostraron un alto sentido del internacionalismo
proletario.
Perfeccionamiento y sistematización (1977-1987)
Esta etapa abre
con un momento importante para el país y para la juventud: la celebración en
Cuba del XI Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes, acontecimiento que resumió todo
un período de fructífera labor en el área internacional, en estrecha
vinculación con las organizaciones juveniles de los países socialistas y dentro
de la Federación
Mundial de Juventudes Democráticas, la Unión Internacional
de Estudiantes y la
Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de
Estudiantes.
En este tiempo
creció el Destacamento Manuel Ascunce, convertido ya en universitario, y
surgieron otros como el de Maestros Internacionalistas Ernesto Che Guevara, el
de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, y el de Ciencias Técnicas José Antonio
Echeverría.
También es este
el momento en que surgió la
Editora Abril y el Campismo Popular, se estimula la creación
de los clubes juveniles en las diferentes manifestaciones, y se inauguran en
provincias y municipios los círculos juveniles.
Entre los jóvenes
artistas se buscaron mejores opciones de trabajo político con el surgimiento de
la Casa del
Joven Creador y, finalmente, con la integración de todas las brigadas
artísticas juveniles en la Asociación Hermanos Saíz (AHS), en 1986.
Entrada al período especial (1987-1992)
En la celebración
del V Congreso de la UJC
los jóvenes comunistas analizaron con audacia los problemas del país y pusieron
de manifiesto el cariño de la juventud cubana por la Revolución y su afán
por hacerla cada vez más suya y mejor.
De esta etapa es
el proyecto Malecón, el surgimiento del Grupo de Recreación de la UJC, los grandes conciertos en
la Plaza de la Revolución, las
multitudinarias manifestaciones que llenaban calles repletas de antorchas,
bicicletas… De estos años son también los contingentes juveniles en la
agricultura para impulsar el plan alimentario, el apoyo brindado a las obras de
los Juegos Panamericanos que se celebraron en Cuba, el nacimiento de los Joven
Club de Computación y las masivas incorporaciones a las Brigadas Estudiantiles
de Trabajo.
Con ese optimismo
afrontaron los jóvenes cubanos los difíciles momentos del derrumbe del campo
socialista y la entrada del país en el período especial.
Resistir y avanzar (1992-1999)
En estos años, la
juventud cubana, como parte de nuestro heroico pueblo, luchó y resistió para
salvar la obra de todos. Se realizaron actividades de gran trascendencia
política como el Festival Cuba Vive, en 1995, y la celebración aquí del XIV
Festival Mundial de la
Juventud y los Estudiantes.
En octubre de
1997, el V Congreso del Partido convocó a la UJC a dar un nuevo vuelco a su trabajo en busca
del fortalecimiento de la vida interna y de alcanzar una mayor incidencia en la
formación política de las nuevas generaciones, tareas que se convirtieron en
las principales direcciones de trabajo y que se llevaron adelante sin dejar de
estar en la primera línea del combate que libró nuestro pueblo por el regreso a
la Patria del
niño Elián González, secuestrado por la mafia anticubana de Miami.
La nueva
generación de cubanos, con la UJC
al frente, marcó el paso en las marchas del pueblo combatiente, tribunas
abiertas y mesas redondas que se celebraron, colmando las plazas y dejando oír
su voz limpia y certera.
Los nuevos
proyectos de la Revolución,
surgidos al calor de la
Batalla de Ideas, encontraron una respuesta entusiasta y
dinámica en la juventud: Universidad para Todos, el Programa Audiovisual, las
escuelas de formación emergente de maestros primarios, de enfermería, de
instructores de arte, de deportes, de computación, de trabajadores sociales, de
profesores generales integrales de Secundaria Básica, el programa de nivelación
cultural para los jóvenes que no estudian ni trabajan, el programa de los Video
Club Juveniles, la revitalización del movimiento de los Joven Club de
Computación, y el programa editorial Libertad, entre otros programas.
La actualización de nuestro socialismo
Quizá sea esta la
más compleja etapa de todos estos años de Revolución, porque los daños del
período especial son económicos, pero también políticos, y no se sale tan fácil
de circunstancias tan adversas, sobre todo si se suman a ellas el desgaste de
tantos años de bloqueo yanqui y los efectos de la crisis económica mundial.
Fidel ha dicho
que, a pesar de los esfuerzos y sacrificios de todos estos años, podemos perder
la Revolución
nosotros mismos si no somos capaces de resolver nuestros problemas, y todos
sabemos que es cierto. También ha alertado que, si fallan los jóvenes, todo
fallará.
Así, el presente
de una historia que, evidentemente, se sigue escribiendo todos los días,
debemos buscarlo en nuestra cotidianidad —a la que quizá por serlo muchas veces
pasamos por alto—, donde nuestros jóvenes se mantienen en el centro mismo de la
realidad de la Patria.
* Jefa de
Cátedra de Pensamiento Revolucionario Cubano, de la Escuela Nacional
de Cuadros de la UJC Julio
Antonio Mella.
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