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Combatientes de ayer y de hoy,
Artemiseñas y artemiseños,
Queridos compatriotas:
Un día como hoy mis primeras palabras son para todos
aquellos que han hecho posible esta Revolución, en especial para los que
derramaron su sangre y entregaron sus vidas por una Cuba verdaderamente
independiente.
El 26 de julio de 1953 la mayoría de los compañeros que
nos agrupamos en las células clandestinas, observando las medidas de seguridad
y compartimentación indicadas por Fidel y Abel en el local del Partido Ortodoxo
en Prado 109, apenas rebasábamos los 20 años. Éramos jóvenes que soñábamos con
transformar la triste realidad imperante en la Cuba de aquel entonces.
La República no tenía nada que ver con la soñada por
Martí y Maceo. Durante décadas, el verdadero poder había estado en la embajada
yanqui y desde hacía más de un año, un dictador había borrado los últimos
vestigios de democracia representativa. Los pobres, negros, mujeres, obreros y
campesinos, eran vilmente preteridos y discriminados por una oligarquía
entreguista y rapaz.
Muchos de los males políticos, económicos y sociales que
aquejaban a nuestro pueblo, fueron magistralmente expuestos por Fidel en su
histórico alegato del 16 de octubre de ese mismo año, conocido como “La
Historia me absolverá”.
No podemos olvidar nunca el cuadro de opresión, miseria y
desigualdades que heredó la Revolución en el ´59. Por aquel entonces la
esperanza de vida de los cubanos no sobrepasaba los 60 años; imperaba el tiempo
muerto, el desempleo masivo, el desalojo de los campesinos de las tierras que
trabajaban; un alto grado de analfabetismo; gran parte de la población no
contaba con posibilidades de acceder a la escuela o al médico. La banca, los
mayores centrales azucareros, las principales industrias y más de la mitad de
las mejores tierras de producción cultivadas estaban en manos extranjeras.
Hoy, la gran mayoría de los cubanos solo conoce estos
datos por referencias y no por vivencias propias; pues nacieron después del
Triunfo de la Revolución, cuando la realidad ya era otra. Por eso, no está de
más recordarlos, pues los imperialistas, en sus trasnochados intentos de
restauración capitalista y subversión ideológica, se empeñan en falsificar la
realidad, dibujar unos supuestamente idílicos años cincuenta y convertir a un
tirano despreciable en un prócer respetable.
Ante aquel estado de cosas, no podíamos cruzarnos de
brazos. Los jóvenes de la Generación del Centenario, aunados por la prédica y
la decisión de lucha de Fidel Castro, no dejamos morir a Martí. Aquel 26 de
julio no fue un triunfo de las armas, pero fue una victoria de la moral y de la
dignidad. Fue la chispa que encendió nuevamente el motor que nos llevaría
justamente 5 años, 5 meses y 5 días después, a alcanzar la verdadera y
definitiva independencia. Es el Día de la Rebeldía Nacional, cuando los jóvenes
cubanos fuimos consecuentes con los versos vibrantes del Himno Nacional y con
el ejemplo de quien fue el autor intelectual de la acción.
A partir de 1959, a pesar de campañas mediáticas,
cruentos bloqueos, amenazas, agresiones, terrorismo de todo tipo, y de la
escasez de recursos propia de un país pobre y subdesarrollado, la Revolución
logró transformar la triste realidad que caracterizaba a este pequeño
archipiélago.
Por primera vez se logró la verdadera soberanía: los
destinos del país dejaron de decidirse en Washington. La palabra “democracia”
adquirió su verdadera dimensión popular: se acabó la politiquería, la compra de
votos y el fraude electoral. Nunca más hubo un asesinato político o un
torturado. Fueron barridas las bases institucionales de la discriminación y se
dio un paso gigantesco en su eliminación de la conciencia de las personas.
Este pueblo, otrora analfabeto, ya tiene más de un millón
de graduados universitarios y sus logros son reconocidos universalmente por numerosos
organismos internacionales, incluyendo la ONU. La que fuera neocolonia yanqui tiene hoy una mortalidad
infantil menor que Estados Unidos y acaba de presidir la Asamblea Mundial de la
Salud. Nuestra meta no es enriquecernos, pero nadie está desamparado ni
abandonado a su suerte. Gracias a la Revolución, nos libramos de ser el lupanar
del Caribe, un paraíso de la droga, el juego y la prostitución, en manos de la
mafia y los marines.
Las páginas de heroísmo que los hijos de este país han
escrito en otras tierras del mundo son motivo de respeto y admiración. Sangre
cubana abonó la independencia de Angola y Namibia, el fin del apartheid en
Sudáfrica y las mejores causas de otros pueblos. Maestros, trabajadores de la
salud, constructores, entrenadores deportivos, promotores culturales…, en fin:
cubanas y cubanos formados en el internacionalismo por la Revolución, han dado
su ayuda generosa desde las cumbres del Himalaya hasta las selvas de la
Amazonia, porque comparten el concepto de que Patria es Humanidad.
No ha sido fácil llegar hasta aquí: nuestro pueblo ha
logrado sobreponerse ante incontables obstáculos y dificultades inimaginables.
Justamente hoy se cumplen 25 años de aquella histórica y profética afirmación
de Fidel, en Camagüey, de que aún en el hipotético caso de que se desintegrara
la Unión Soviética, seguiríamos adelante con la Revolución, dispuestos a pagar
el elevado precio de la libertad y de actuar sobre la base de la dignidad y los
principios.
No se equivocaba el
Comandante en Jefe al confiar en este pueblo que supo resistir los
largos y duros años del Período Especial, cuando muchos apátridas trasnochados
en Miami ya tenían las maletas listas para venir a observar la caída de la
Revolución y pretendían recuperar las riquezas malhabidas y volver a imponer un
régimen de oprobio y explotación.
Hoy mantienen plena vigencia aquellas palabras de Fidel
pronunciadas en 1989, dos años y medio antes de que ocurrieran esos funestos
acontecimientos. Que no sueñen los imperialistas: ese es el mismo espíritu que
mueve a los revolucionarios en la Cuba actual, el que está en las raíces de la
historia de lucha de nuestro pueblo. Así
lo demostró Céspedes tras la derrota inicial en Yara; Maceo, con su vertical
Protesta de Baraguá; Martí, al enfrentar el fracaso de la Fernandina; el propio
Fidel después del revés del Moncada y cuando en Cinco Palmas se reunió con Raúl
y le dijo que con 7 fusiles ganaban la guerra. Ese ha sido y será el espíritu
de lucha sin tregua de nuestro pueblo: en nuestros corazones no cabe el
desánimo y en nuestro vocabulario está borrada la palabra derrota.
No podemos olvidar que hemos llegado hasta aquí gracias a
la unidad de todo el pueblo, gracias a su confianza en la Revolución. Esa
unidad debemos preservarla por sobre
todo las cosas, pues estamos conscientes de que la lucha no ha terminado, solo
ha cambiado la manera en la que pretenden destruirnos. Hoy se aplican formas no
convencionales de guerra y se emplean las nuevas tecnologías como instrumento
de subversión, teniendo como blanco fundamental a los jóvenes. Lo que no acaban
de comprender nuestros enemigos es que las nuevas generaciones son fruto de
esta Revolución y han demostrado su compromiso de continuar perfeccionándola y
preservar las conquistas alcanzadas.
Como bien expresara Fidel el 26 de julio de 1959:
“¡Cuánto se equivocan los que piensan que Cuba se puede resignar tranquilamente
a volver al pasado! (…) Qué equivocados están los que creen que la libertad y
la seguridad de hoy, la soberanía de hoy, la gloria de hoy, el prestigio de
hoy, el pueblo de Cuba se resignaría mansamente a que se lo arrebataran para
volver a imponerles aquel pasado odioso.”
Cuando asaltamos el Moncada, ninguno de nosotros soñó con
estar aquí 61 años después. Me siento doblemente honrado al hacer uso de la
palabra en el Día de la Rebeldía Nacional, precisamente en mi tierra natal, de
la cual Fidel dijera el 17 de enero de 1959: “A juzgar por los hombres que ha
dado a la causa de la libertad… a juzgar por el espíritu patriótico que aquí
vibra… bien merece llamarse Artemisa el pueblo más revolucionario de Cuba…
¡Pueblos como este son los que han hecho posible el triunfo de Cuba!”.
Esa es una realidad permanente hoy en esta tierra, pues
en Artemisa, como en toda Cuba, siempre es y será 26. Aquí -como en Mayabeque-, desde hace casi tres años se
aplica con resultados alentadores la
experiencia de perfeccionar el funcionamiento de los órganos locales del Poder
Popular, que continuará evaluándose hasta el 2016. También se aplica otro
importante experimento en la comercialización de productos agropecuarios, con
el objetivo de satisfacer con más eficiencia las demandas de la población en
este sector.
Por otra parte, no podemos hablar hoy de las
transformaciones en Artemisa, sin mencionar el privilegio y también el
compromiso que significa que aquí esté enclavada la naciente Zona Especial de
Desarrollo Mariel, cuya importancia es crucial para el desarrollo del país.
Debemos tener siempre presentes que del empeño de todos
depende que logremos desarrollar un socialismo próspero y sostenible, como se
recoge en los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la
Revolución, aprobados en el Sexto Congreso. No abundo más sobre el tema porque
en este propio mes se ha brindado una amplia y actualizada información a raíz
de las decisiones adoptadas en el Consejo de Ministros, los debates en la
Asamblea Nacional y las palabras de clausura en ésta última del General de
Ejército Raúl Castro Ruz.
Hace apenas cuatro años, cuando el Comandante en Jefe,
con su camisa verde olivo de mil batallas, rindió tributo en este propio lugar
a los mártires del 26 de Julio en el Mausoleo que los honra, recordábamos que
de aquí partimos 28 de los jóvenes que un día como hoy asaltamos los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Éramos un puñado, pero llevábamos con
nosotros el espíritu de todos los artemiseños, que era también el espíritu de
Cuba entera. No hicimos más que cumplir con la máxima martiana de que “el
verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el
deber”.
De ese mismo principio son ejemplos fehacientes nuestros
5 Héroes, tres de los cuales todavía continúan cumpliendo injustas sanciones
encarcelados en los Estados Unidos. No cejaremos ni un instante en el empeño de
traerlos de vuelta a sus familias, a la Patria. Después de más de 15 años
exigiendo su libertad, nuestra fuerza radica en la justicia de esta noble causa
y en el apoyo solidario de millones de personas honestas de todo el mundo.
Artemiseños, compatriotas: esta es la obra, el mérito, la
gloria de todo el pueblo, y sobre todo de los hombres y mujeres que han caído
en el empeño. Sin nuestros mártires heroicos, nada de lo alcanzado hasta hoy
hubiera sido posible. Rindámosles tributo a todos aquellos que cayeron
ofrendando sus vidas por hacer realidad este sueño de la Revolución. Inspirados
en su ejemplo, no tenemos otra alternativa que seguir luchando cada día, hasta
el último aliento, con la Patria, con la Revolución, y con el Socialismo.
¡Gloria eterna a nuestros mártires heroicos!
¡Vivan Fidel y Raúl!
¡Viva la Revolución Cubana!
¡Socialismo o muerte! ¡Venceremos!
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