El canciller
cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, declaró necesario poner fin al Bloqueo
económico, comercial y financiero impuesto por EE.UU. a Cuba en el sexagésimo
noveno período de sesiones en ONU.
A continuación
Discurso integro:
Señor Presidente:
Distinguidos
Representantes Permanentes:
Señores
Delegados:
La Asamblea
General de las Naciones Unidas considera hoy por vigésima tercera ocasión este
tema tan importante para la comunidad mundial porque atañe al Derecho
Internacional, que protege a los Estados grandes y pequeños, ricos y pobres y
es la garantía de la independencia de todos, así como al ejercicio de la
soberanía nacional que es la base de la igualdad soberana.
También tiene
una relación directa con el disfrute de los derechos humanos por todas las
personas y por todos los pueblos.
Este asunto
concierne a la libertad de comercio y navegación que protege los intereses de
los Estados, las compañías y los ciudadanos.
Sin embargo,
nos reunimos en una coyuntura internacional muy peculiar caracterizada por
graves amenazas a la paz y la seguridad internacionales; guerras atroces y
actos terroristas de extraordinaria crueldad; por el peligro que significa la
existencia de enormes arsenales nucleares; por los insólitos gastos en
armamentos, inútiles para resolver ninguno de los grandes problemas de la
población mundial que rápidamente se acerca a los 8 mil millones.
Es un momento
crucial en el impacto del cambio climático que, entre otras consecuencias
catastróficas, puede provocar inéditas hambrunas, pobreza extrema generalizada
en regiones enteras y masivas oleadas migratorias.
Vivimos en una
época marcada por la crisis global sistémica y la superposición de sus
componentes económico, alimentario, energético, hídrico.
Junto a la
pobreza, que cobra más vidas que la guerra, aumenta el riesgo de graves
enfermedades como la del ébola, que si no se detiene y resuelve en las hermanas
naciones afectadas de África Occidental, con la cooperación urgente y eficaz de
todos, podría convertirse en una de las peores pandemias de la historia.
Como declaró
recientemente el presidente Raúl Castro Ruz, “ese noble y urgente objetivo
reclama el esfuerzo y el compromiso indispensables de todas las naciones del
mundo, según las posibilidades de cada una. Consideramos que debe evitarse
cualquier politización de este grave problema que nos desvíe del objetivo
fundamental, que es la ayuda en el enfrentamiento a esta epidemia en África y
en la prevención en otras regiones”.
Se trata de un
conjunto sin precedentes de problemas nuevos y viejos que tienden a hacer
insostenible la vida humana. Ninguno de ellos puede resolverse si no cambia
nuestra actitud, nuestra manera de encarar y tratar de transformar la realidad,
para cooperar genuinamente en aras de la supervivencia de la Humanidad.
Como escribió
en días recientes el compañero Fidel Castro, “cualquier persona consciente sabe
que las decisiones políticas que entrañan riesgos para el personal, altamente
calificado, implican un alto nivel de responsabilidad por parte de quienes los
exhortan a cumplir una peligrosa tarea. Es incluso más duro todavía que la de
enviar soldados a combatir e incluso morir por una causa política justa,
quienes también lo hicieron siempre como un deber.
“El personal
médico que marcha a cualquier punto para salvar vidas, aun a riesgo de perder
la suya, es el mayor ejemplo de solidaridad que puede ofrecer el ser humano,…”
Señor
Presidente:
Es un hecho
que, en el último período, se ha recrudecido el bloqueo económico, comercial y
financiero de los Estados Unidos contra Cuba y también, que se ha intensificado
su aplicación extraterritorial en todas las regiones, especialmente mediante la
imposición de enormes e insólitas multas por 11 mil millones de dólares contra
38 bancos, como el francés BNP Paribás, que realizan transacciones con Cuba y
otros países.
Los daños
económicos acumulados, enormes para una economía pequeña, alcanzan 1 billón 112
534 millones de dólares, calculados al valor del oro, el cual está siendo
manipulado por los creadores del nefasto sistema monetario imperante que sufre
ya los efectos de una crisis insuperable que golpea a los países más pobres.
Los daños
humanos del bloqueo crecen. Son ya el 77% de los cubanos los que nacieron bajo
estas circunstancias. El sufrimiento de nuestras familias no puede contabilizarse.
Son muchas las convenciones internacionales que lo prohíben, incluida la de
Ginebra de 1948 contra el genocidio. Se afecta el ejercicio de los derechos
humanos de un pueblo entero. Se obstaculiza seriamente el desarrollo económico
del país.
Aunque nuestros
sistemas de atención social y salud logran impedir las pérdidas de vidas,
ninguna persona honesta, en el mundo ni en los Estados Unidos, podría apoyar
sus devastadoras consecuencias.
Pese a todo,
nuestra cultura nacional, la educación y la garantía de derechos e iguales
oportunidades nos permiten ser una sociedad instruida y solidaria.
Señor
Presidente:
A ambos lados
del Estrecho de la Florida, los pueblos de Estados Unidos y Cuba han tenido
siempre profundos vínculos.
A pesar de las sistemáticas
campañas de mentiras, contra nuestro país, a lo largo de medio siglo, el pueblo
estadounidense apoyó la devolución a su familia del niño cubano secuestrado en
1999.
Cuba ofreció
toda la ayuda a su alcance, desde las primeras horas, ante los terribles actos
terroristas del 11 de septiembre del 2001, cuando miles de aviones no tenían
dónde aterrizar y, luego, para paliar la falta de antibióticos, cuando se
produjeron ataques con ántrax en los Estados Unidos.
Sinceramente
preocupados por los daños que estaba provocando el huracán Katrina, en 2005,
ofrecimos cooperación médica al pueblo de Nueva Orleáns y, de allí, surgió el
contingente médico especializado en desastres y epidemias, Henry Reeve, un
heroico joven norteamericano que luchó en el siglo XIX por la independencia de
Cuba; el cual está ahora desplegado en Sierra Leona, Liberia y Guinea. Su
prestigioso nombre identificó aquel destacamento que en el 2005 asistió a
Paquistán a raíz del terremoto, y continuó una fructífera cooperación con los
médicos militares estadounidenses, iniciada en El Salvador, después del sismo
de 2001, y en Guatemala, en los años 2002 y 2003, durante el tratamiento de la
oncocercosis.
En el 2010, a
raíz del terremoto en Haití, Estados Unidos y Cuba cooperaron igualmente a
favor de esa sufrida nación.
El Gobierno
cubano, invariablemente, compartió con el de Estados Unidos informaciones sobre
planes de actos terroristas o atentados dirigidos contra este.
Pese a las
viejas tensiones y los intentos de extremistas violentos y grupos terroristas
de provocarla, no ha habido guerra, ni han muerto jóvenes norteamericanos en
Cuba. Aunque se le ha calumniado, Cuba jamás ha sido una amenaza para la
seguridad nacional de los Estados Unidos.
No hay
hostilidad entre nuestros pueblos. Cuba acoge hospitalariamente a los pocos
norteamericanos a los que su gobierno permite visitarla o que asumen los
riesgos legales de hacerlo, y a quienes vienen a brindarnos ayuda humanitaria,
como los “Pastores por la Paz” o a estudiar medicina en nuestro país.
Son conocidos
los sondeos de opinión que muestran el apoyo creciente y mayoritario de
absolutamente todos los sectores de la sociedad norteamericana al levantamiento
del bloqueo y a la normalización de las relaciones bilaterales. Es particularmente
notorio que ello ocurre aun más marcadamente en la Florida, donde también lo
confirma la tendencia del voto electoral en las últimas elecciones
presidenciales.
Figuras
políticas de las más diversas tendencias y académicos relevantes reconocen que
esta política ha fracasado en sus propósitos y no responde a los intereses
nacionales de esa potencia. Basta leer los editoriales del New York Times de
las últimas semanas.
Líderes
religiosos plantean legítimas e inobjetables razones éticas y humanitarias para
pedir el cambio.
Los
norteamericanos reclaman la libertad de viajar al único lugar del planeta al
que se les prohíbe hacerlo y el derecho a recibir información directa y
personal de la realidad cubana.
Organizaciones
empresariales y hombres de negocios consideran que el bloqueo perjudica sus
intereses económicos. La mayoría de la opinión pública se opone a mantener el
rumbo actual y lo expresa de forma cada vez más crítica.
La emigración
cubana ha sufrido medidas discriminatorias y numerosos obstáculos a la
reunificación familiar, los viajes en ambas direcciones, los costos excesivos
que se le imponen, la manipulación política e incluso, violencia terrorista, y
desea mayoritariamente paz y bienestar para sus familias y su pueblo y vínculos
normales con su nación de origen.
¿Por qué
alentar el uso ilegal de las tecnologías de la información en vez de autorizar
negocios en materia de telecomunicaciones, mutuamente provechosos?¿Por qué
impedir la conexión de Cuba a los cables submarinos cercanos, lo que limita y
dificulta nuestra conectividad?
El bloqueo daña
a Cuba, pero daña también a los Estados Unidos.
La absurda y
ridícula inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo
internacional, que sirve para justificar sanciones financieras adicionales,
desprestigia a Estados Unidos.
Los 16 años de
injusta y fraudulenta prisión impuesta a los tres luchadores antiterroristas
cubanos no los han debilitado. Por el contrario, los han convertido en héroes y
ejemplo para las futuras generaciones de cubanos y motivo de orgullo para los
que, con sus sacrificios, forjaron el camino de la nueva Cuba.
La decisión de
eliminar el bloqueo sería bienvenida a escala mundial y resultaría una
influencia unitaria, a favor de la paz y la solución pacífica de los conflictos
y diferencias.
Después de las
medidas, limitadas pero positivas, del 2009 y 2011, sobre las visitas
familiares, las remesas de los cubanos asentados en su territorio y los viajes
de determinadas categorías de ciudadanos estadounidenses para intercambios de
diversa índole, se ha ampliado a otros temas el diálogo a nivel técnico y se ha
incrementado la cooperación en áreas como el enfrentamiento al narcotráfico, al
delito trasnacional, al tráfico de personas, en la prevención de derrames de
petróleo, en la búsqueda y salvamento de personas, en la seguridad aérea y de
la aviación o ante hechos específicos.
La reacción de
la sociedad norteamericana e internacional a estos modestos progresos ha sido
de apoyo y aliento.
El Presidente
Barack Obama tiene todas las prerrogativas constitucionales, sin ir al
Congreso, para modificar aspectos determinantes del bloqueo e introducir una
dinámica nueva y decisiva en la relación bilateral.
Señor
Presidente:
Invitamos al
gobierno de los Estados Unidos a una relación mutuamente respetuosa, sobre
bases recíprocas, basada en la igualdad soberana, los principios del Derecho
Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Podemos
intentar encontrar solución a las diferencias, mediante el diálogo respetuoso y
la cooperación en aspectos de común interés. Podemos vivir y relacionarnos, de
forma civilizada, dentro de nuestras diferencias.
Cuba nunca
renunciará a su soberanía ni al camino libremente escogido por su pueblo para
construir un socialismo más justo y eficiente, próspero y sostenible. Tampoco
desistirá en la búsqueda de un orden internacional distinto ni dejará de luchar
por “el equilibrio del mundo”.
Señor
Presidente:
Distinguidos
Representantes Permanentes:
Señores Delegados:
Debo pedirles,
en esta difícil y especial coyuntura internacional, votar a favor del proyecto
de Resolución A/69/L.4 titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico,
comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”,
para apoyar la idea de que los graves problemas de este momento plantean a la
Humanidad el imperativo de cambiar nuestra forma de relacionarnos para poder
resolverlos, para preservar la paz, para preservar la vida humana.
Muchas gracias.
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